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Liderar el miedo

Las medidas drásticas de confinamiento adoptadas por el Gobierno de España, como respuesta a la pandemia motivada por el virus COVID-19, sumadas a la supresión de la actividad escolar y académica, la implantación del teletrabajo en los hogares -en los mejores supuestos-, la suspensión temporal de la actividad laboral en otros, así como el caos económico generado para miles de autónomos, sin cobertura por desempleo, ha generado un escenario inédito que nos obliga a asumir desafíos para los que muchos no estábamos preparados. Y no es sólo la digitalización de nuestro trabajo, sino la conciliación familiar, el reajuste económico o la soledad impuesta. Todos estos ingredientes alimentan el miedo que es el talón de Aquiles del líder.

El miedo es humano, un sentimiento universal adaptativo de la especie para garantizar su supervivencia, pero su gestión nos convierte en víctimas o seres resilentes capaces de reconocerlo y utilizarlo en nuestro beneficio y el de la comunidad. La clave es dejar de estar enfocado en ti, en tus frustraciones e incertidumbres para sentirte parte de una comunidad que puedes transformar y entonces sin pretenderlo te has convertido en un modelo a seguir, en un líder.

El poder del líder emana de su capacidad para serenar el miedo de los demás

Carmen García Ribas en su ensayo “Tengo miedo” sintetiza que el poder del líder emana de su capacidad para serenar el miedo de los demás. Apropiándonos de nuestro miedo somos capaces de planificar nuestras actitudes con flexibilidad para intervenir en el entorno.
El miedo se huele y es percibido por nuestro interlocutor en forma de expresión corporal defensiva con los brazos cruzados, o aferrados a un atril, garganta seca, en el uso de coletillas recurrentes que denota falta de fluidez léxica, en la reiteración de mensajes que no han sido previamente estructurados en un triángulo conceptual.
Conocer los detalles marca la diferencia: un boli en la mano que se mueve incesantemente, un vaso de agua, la mirada perdida, consultar reiteradamente la hora o la cadencia de la voz hace que conectes con tu auditorio, o no, en apenas 20 segundos. Por ello es tan importante saber comunicar en tiempos de crisis.

El énfasis con el que te presentas, la entonación de tu discurso, la sonrisa o la autenticidad de lo que cuentas es la única herramienta eficaz para desterrar el miedo, que se traduce en esperanza, que a su vez genera ese sentimiento de optimismo y seguridad que tanto necesitamos todos. Y esa es la tarea fundamental de cualquier líder familiar, social o empresarial. De hecho el verdadero líder lo es de forma integral o no lo es.

En estos tiempos de cambios estructurales frenéticos el verdadero valor añadido del capital humano de las empresas será la gestión emocional. La comunicación cooperativa y la capacidad de lidiar con el miedo que genera un entorno tan convulso como el nuestro.

Ya lo decía Heráclito hace veintiséis siglos “No nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río, ni siquiera una vez.” El fundamento de todo está en el cambio incesante. Pero nos aferramos a la ilusión de la permanencia. Mientras tanto, y hasta entonces la comunicación seguirá siendo la mejor herramienta con la que nos podemos dotar para transitar nuestro propio viaje.